Mi madre cortaba unas flores, las cuales eran bastante bellas, mientras que yo disfrutaba del invierno ya que estaba haciendo un poco de frió, cuando vi a pasar a Bill, llevaba un traje de soldado supongo, se acerco a mi dándome un ramo de flores y una caja de chocolates.
- ¡¿Para mí?! – dije con sorpresa
- Sí – sonrió acariciándome la mejilla
- Gracias – le dedique una sonrisa
Como era de esperarse mi madre se acerco, vio a Bill con un tanto de despreció, me puso atrás suyo, quitándome lo que me había regalado Bill hace unos momentos.
- ¿Qué desea usted aquí y con mi hija? – sonaba enojada
- Solo quiero hacer amigos – rió con ironía
- Pues no con ella – me tomo del brazo – Aléjese de ella
Me sentí tan avergonzada, que no pude mirar directamente a los ojos. Baje la cabeza, pensando que aun me trataba como un bebé, que podía controlar, pero sé que me equivoque gravemente, no pensé en todas las consecuencias; imaginaba que Bill era un buen hombre. Pero cometí un error.
Al llegar a la casa mi madre me pidió que tomara asiento, ella caminaba de un lado a otro, cerrando los ojos y respirando con dificultad.
- No quiero que vuelvas a hablar con ese tipo – me volteo a ver fijamente – Oíste eso (tú nombre)
- ¿Por qué? – la mire furiosa
- Por que no quiero que… Solo hazme caso – se acerco a mi – Te lo suplico hija – se arrodillo frente a mi tomando mis manos
- Está bien – la abrace
Daría lo que fuera por retroceder el tiempo, y haberle hecho caso.
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